¿Viene Dictadura Obradorista?

Juan Miguel Alcántara Soria En la semana que terminó hubo nuevas alertas. No solo por ruta de choque de los poderes ejecutivo y legislativo, contra el judicial (meteorito descomunal). También por mayor incertidumbre de si en México se garantizarán los derechos humanos y la división de poderes. Con premura, otra ocurrente iniciativa de reforma constitucional, presentada el martes, y aprobada por mayoría autoritaria del senado, la madrugada del viernes, destruyen la Constitución, impiden que el Poder Judicial Federal revise actos violatorios de la Constitución con su reforma judicial. (Y de paso, de nuevas violaciones a derechos humanos que cometan en el futuro). Incrementan alarma actos terroristas en Guanajuato, Sinaloa, Guerrero, Chiapas, ataques recientes a policías: “actos en contra de las personas, las cosas o servicios públicos, que produzcan alarma, temor o terror en la población o en un grupo o sector de ella, para atentar contra la seguridad nacional o presionar a la autoridad para que tome una determinación”, dice el Art. 139 del Código Penal Federal. Pero la presidenta y su secretario de seguridad, García Harfuch, dicen no son terroristas “porque no tienen motivos ideológicos o religiosos” ¿dónde la ley pide esos motivos causantes de terror o temor en la población? Siguen los abrazos. Al crimen organizado, nacional -y transnacional-, Obrador lo empoderó, como ningún gobierno anterior (los EU lo saben bien). Caos propicio para intentar la suspensión de derechos humanos y de nuestras garantías, en ruta de dictadura de partido. El proceder de los poderes públicos detentados por la 4t, en ambas reformas, violó el Art. 1° de la Constitución (que también querían modificar esta semana): “Todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en esta Constitución y en los tratados internacionales de los que el Estado mexicano sea parte, así como de las garantías para su protección, cuyo ejercicio no podrá restringirse ni suspenderse, salvo en los casos y bajo las condiciones que esta Constitución establece. Las normas relativas a los derechos humanos se interpretarán de conformidad con esta Constitución y con los tratados internacionales de la materia favoreciendo en todo tiempo a las personas la protección más amplia… Todas las autoridades tienen la obligación de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos de conformidad con los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y PROGRESIVIDAD. En consecuencia, el Estado deberá prevenir, investigar, sancionar y reparar las violaciones a los derechos humanos, en los términos que establezca la ley…”. ¿A qué se refiere el Art. 1° con el principio de PROGRESIVIDAD? ¿Es regresiva la reforma judicial publicada, o la que va en trámite para impedir ampararse? Ese principio obliga a todas las autoridades a respetar y garantizar los derechos humanos de manera creciente, incremental; por tanto, tienen prohibido un retroceso, un paso atrás, en su protección y respeto. De ahí que las últimas reformas deben ser consideradas regresivas e impugnables en tribunales nacionales y Cortes internacionales. La Suprema Corte resolverá en breve controversias, acciones de inconstitucionalidad y juicios de amparo contra la reforma judicial, haciendo valer el 1° constitucional. El obradorato no ha entendido que no es igual el Poder Constituyente que el Poder Reformador de la Constitución. El primero no tiene límites constitucionales, el segundo sí, por ser poder constituido. Y por eso hablan hoy de la “Supremacía constitucional”, sin entender que su poder reformador tiene límites en la Constitución y en los tratados internacionales. Y éstos refieren a un bien común internacional, dada la universalidad, interdependencia e indivisibilidad de los derechos humanos. La 4t sobredimensiona el 54% de los votos ciudadanos que obtuvo para diputados en la elección. Autoritarios desprecian al otro 46% que no los votó y a abstencionistas. Ebrios de poder impulsan condiciones posibilitadoras de una dictadura partidista, como Cuba, Venezuela o China, en medio del caos provocado. Solo pueblo resistirá civil, activa y pacíficamente. A personalizar y desmasificar para evitar dictadura de partido.

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El camino hacia la dictadura en México

Opinión de José Lafontaine En los últimos meses, se ha intensificado el debate sobre la reforma al Poder Judicial impulsada por el gobierno de Morena, ahora con las leyes reglamentarias, respaldadas por sus partidos aliados. El gobierno afirma que «el pueblo votó para que los ministros de la Corte sean electos por el pueblo de México y no por el Senado de la República». Esta afirmación, sin embargo, es completamente falsa. El pueblo mexicano jamás ha votado por una medida tan radical ni, mucho menos, por un sistema que destruiría el equilibrio democrático de nuestras instituciones. El pueblo de México solo votó mayoritariamente por Morena y por la presidenta. No podemos ignorar lo pusilánime de los representantes del Poder Judicial, a dos meses de la suspensión de labores. Dentro del propio Poder Judicial, muchos jueces han ordenado suspensiones, pero el Consejo de la Judicatura ha decidido incumplir con ellas; peor, imposible. El pasado 2 de junio, tras una elección de Estado, Morena y sus aliados lograron obtener solo el 54% de los escaños en el Congreso de la Unión. A pesar de este resultado, que refleja la voluntad popular, Morena utilizó maniobras filibusteras, chantajes, amenazas y sobornos para apoderarse del 73% de las curules en San Lázaro. Esto no solo constituye un fraude a la Constitución y a su interpretación jurisprudencial, sino una violación flagrante de la voluntad de los ciudadanos. Este acto de manipulación política socava gravemente la legalidad del Congreso y refleja la voracidad del partido en el poder. En el ámbito internacional, no existen precedentes donde el pueblo elija a los jueces, salvo en el caso de Bolivia, un país que enfrenta su propio desastre político. En México, si la reforma de Morena sigue adelante, estaríamos ante una situación en la que el pueblo tendría que elegir a seiscientos jueces en junio próximo, de acuerdo con el circuito en el que vivan, utilizando en la última fase previa a la elección del pueblo la insaculación, como si fuera un programa de concursos para designar los cargos. Este escenario no solo es una temeraria agresión a las instituciones republicanas, sino un golpe a la estabilidad jurídica del país. En el Congreso, varios legisladores de Morena han adoptado una postura desafiante, ignorando las suspensiones provisionales y definitivas dictadas por jueces y magistrados. En lugar de impugnar las resoluciones judiciales conforme a lo que establece la ley, han optado por desacatar las órdenes del Poder Judicial. ¿Qué futuro puede tener un país donde no se acatan las decisiones judiciales? ¿Qué nos queda como nación si las resoluciones de nuestros tribunales ya no son respetadas? La figura del amparo, una de las principales herramientas de defensa de los derechos humanos, quedaría completamente vacía de contenido y propósito si el Poder Ejecutivo y el Legislativo no respetan las decisiones judiciales. En estricto apego a la ley, los servidores públicos que incumplan las órdenes judiciales, en especial aquellas con suspensiones otorgadas por jueces de distrito, deberían ser destituidos e incluso enfrentar sanciones penales. Sin embargo, este desacato, esta interpretación extrajudicial de la ley, la libre elección de los funcionarios sobre qué órdenes judiciales deben cumplirse y cuáles no, son un golpe directo a la división de poderes, se llama anarquía y pone en peligro la estabilidad de nuestra democracia. Veamos, si legisladores y otros funcionarios no cumplen con una orden judicial porque la consideran ilegal (lo cual es absurdo desde cualquier perspectiva, ya que su función es precisamente determinar la legalidad), ¿por qué los ciudadanos deberíamos cumplir con una determinación judicial? ¿Acaso los ciudadanos podemos decidir no pagar impuestos por considerarlos injustos o porque creemos que nuestros impuestos no se aplican a mejorar los servicios de salud, protección, vías generales de comunicación, y solo sirven para que los funcionarios públicos se enriquezcan o financien proyectos faraónicos? La respuesta del gobierno es sencilla: esas sí se tienen que acatar. Ustedes sí, nosotros no. Y justifican esta actitud absurda diciendo: «Ustedes sí porque votaron por nosotros, y nosotros no porque votaron por nosotros.» Así de distópico es el futuro que se avecina. El panorama se agrava aún más cuando observamos la posibilidad de desacatos masivos o el desprecio hacia la Corte Suprema. Si ocho ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que actualmente analizan la constitucionalidad de la reforma judicial, son descalificados por el gobierno, estaríamos frente a la destrucción del Estado de derecho. Esta situación abriría las puertas a la represión de la oposición, permitiendo que el gobierno actúe arbitrariamente sin temor a sanciones judiciales. Los ciudadanos, al quedar desprotegidos, estaríamos a merced de un régimen dictatorial y, por supuesto, la desaparición del Estado de derecho. Si continuamos por la ruta hacia la dictadura y la desaparición del Estado de derecho, las consecuencias serán, entre otras, el aumento de la corrupción e impunidad, si es que es posible incrementarlas más. Mientras tanto, líderes opositores, periodistas y activistas enfrentarían juicios sumarísimos casi marciales, manipulados, o prisión sin un debido proceso legal independiente. La polarización política y la violencia social se intensificarán, con movilizaciones, protestas y enfrentamientos de alto riesgo. La inseguridad jurídica provocará una fuga de capitales, aumentando el desempleo y la pobreza, así como sanciones y aislamiento internacional que agravarían la crisis interna. En conclusión, el gobierno de Morena está decidido a impulsar la mal llamada reforma judicial a su modo y a la fuerza, sin siquiera tomarse el tiempo de analizar los brutales errores en las leyes secundarias que pretenden aprobar sin leer, contradictorias incluso con el texto constitucional que aprobaron hace semanas. La Suprema Corte de Justicia de la Nación está analizando la constitucionalidad. Ocho ministros de la Suprema Corte consideraron que era legal evaluar y reflexionar sobre dicha constitucionalidad. Los discursos absurdos y pendencieros de tres ministras, que parecen más porristas que juezas, serviles al expresidente y al régimen, simplemente revelan los verdaderos colores y fibras de este tipo de impartidores de justicia, y nos dan una idea clara de lo que se avecina en 2025. Ante…

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Hoy nace la dictadura y muere la democracia! Opinión de Ricardo Alemán

Se trata de una ofensa mayor; acaso la mayor ofensa que ha sufrido el México constituyente en poco más de un siglo. Y es que hoy, 5 de febrero del 2024, durante la celebración del 107 aniversario de la promulgación de la Constitución, el presidente mexicano presentará un paquete de reformas que significan la muerte de la democracia y anuncian el nacimiento de la dictadura. Reformas que literalmente desaparecen la división de poderes, que le dan muerte al Poder Judicial como lo conocemos, destruye pilares del Estado democrático y que concentra todo el poder en un solo hombre. Peor aún, la excesiva confianza mostrada por el grupo en el poder –de que tales iniciativas serán aprobadas en poco tiempo por el Congreso–, no es más que la ratificación de que está en marcha un grosero fraude de Estado que la noche del 2 de junio le garantizará a López Obrador la victoria presidencial y la mayoría en el Congreso.   Continuar leyendo De esa manera y una vez que el fraude consiga “legitimar” la dictadura, Obrador seguirá siendo el verdadero mandante, sin ningún contrapeso, mientras que Claudia Sheinbaum sólo será “un monigote” de AMLO. Y es que, entre las reformas que hoy enviará Obrador al Congreso, se propone la desaparición total del Poder Judicial, del Consejo de la Judicatura y de la Corte y, en su lugar, se creará una oficialía de partes, al servicio del presidente, para que –el poder detrás del trono–, haga lo que le plazca. Pero, además, las iniciativas también “dan la puntilla” a los árbitros electorales; al INE y al Tribunal Electoral, lo que acabará con las oposiciones, con el sistema de partidos y la democracia electoral. Pero vamos por partes. El pasado sábado, Leticia Robles de la Rosa, reportera y columnista de Excélsior, dio a conocer parte del paquete de reformas que hoy enviará López al Congreso, durante la ceremonia del 107 aniversario de la Constitución. Entre las enmiendas aparece –como ya se dijo–, la destrucción del Poder Judicial como hoy lo conocemos, además de la desaparición del Consejo de la Judicatura, la salida de todos los actuales ministros de la Corte, la expulsión de todos los actuales magistrados del Tribunal Electoral y la muerte del sistema de pensiones para ministros y magistrados. También se propone la elección popular de ministros y jueces, cuyas candidaturas serán propuestos por el presidente, y desaparecen figuras como la controversia constitucional y la acción de inconstitucionalidad. En pocas palabras, los poderes Judicial y Legislativo estarán sometidos al presidente. Y, en efecto, la desaparición de los contrapesos y la concentración del poder en un solo hombre se llama dictadura, aquí y en China. Sí, en el aniversario 107 de la Constitución, Obrador anuncia la muerte de la democracia y dibuja lo que será su dictadura; un grosero Maximato que se hará realidad gracias al fraude de Estado que ya está en marcha. Pero tampoco en este caso asistimos a novedad alguna. ¿Por qué? ¡Bingo…! Porque en el Itinerario Político del 27 de junio de 2018, titulado: “¡Golpe de Estado de Morena!”, advertí que de llegar al poder el señor Obrador, vendría la dictadura. Así lo dije aquel 27 de junio de 2018: “Dice la vieja conseja popular: “Si tiene patas de pato, cola de pato y grazna como pato, tenemos derecho a suponer que se trata de un pato”. “Y si Morena, su candidato presidencial y su claque exigen la entrega del poder –mediante la fuerza y antes del proceso electoral–, entonces tenemos derecho a suponer que asistimos a un intento de golpe de Estado, disfrazado de elecciones. “Sí, que nadie se escandalice, se trata de un intento golpista. ¿Por qué? Porque los responsables de la institución del Estado llamada Partido Morena, exigen la entrega del poder por el veredicto de las encuestas, no por el resultado de la elección que definirá qué partido y su candidato ganaron. “Peor, Morena chantajean con el petate del muerto. La presidenta de los rojos, la señora Yeidckol Polevnsky, sentenció que la elección está decidida y que enfrentará “el infierno” quien se atreva a quitarle la presidencia a Morena. “Que no se atrevan a querer hacer un fraude porque sí se van a encontrar con el diablo, no les vamos a permitir un fraude a ningún precio, no lo vamos a aceptar”, dijo Citlali, alias Yeidckol. “Pero perdió el juicio cuando advirtió: “¡Esta elección ya está definida. Está decidida. No queremos manos ni manipulaciones que quieran hacer una cosa por otra!”. ¿Qué significa lo anterior? “Ni más ni menos que un intento de golpe de Estado. Es decir, Morena y sus leales –incluidos encuestadores y medios–, siembran la narrativa de que AMLO ya ganó la elección. Por tanto, cualquier resultado distinto será fraude. “Y ante el fraude vienen “los chingadazos”, según prometió John Ackerman, el 4 de febrero. Así lo dijo: “La única manera de que haya un cambio pacífico es con López Obrador. Si nos vuelven a robar la elección, va a haber chingadazos”. “Luego, Obrador uso la misma fórmula del golpe de Estado y ante los banqueros dijo: “Yo tengo dos caminos, Palacio Nacional o Palenque, Chiapas. Me quiero ir a Palenque, Chiapas, tranquilo, si las elecciones son limpias, son libres, me voy a Palenque… Si se atreven a hacer un fraude electoral, yo me voy también a Palenque y a ver quién va a amarrar al tigre, el que suelte el tigre que lo amarre; ya no voy a estar yo deteniendo a la gente luego de un fraude electoral. Así de claro”. Sentenció. “Y si a la amenaza de golpe de Estado le faltaba algo, empresarios mediáticos siguen cerrando espacios a los críticos de AMLO. Ayer se despidió de La Razón el director editorial y columnista Rubén Cortés, crítico de López. Sí, la claque lopista apuesta por callar a los críticos, igual que en 2006 y 2012. “¿Y qué sigue…? ¿Qué todo el Estado acuda de rodillas ante el mesías de Morena, para que no haya “chingadazos”, para que no “suelten al tigre” y para que “no se aparezca el diablo”? “En un golpe de Estado lo primero es cerrar los medios…

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