El presupuesto de Sheinbaum: un fraude al pueblo
Juan Miguel Alcántara Soria Un “pre-su(b)-puesto” es lo que está colocado antes y por debajo de algo. (sus raíces griegas: pre, antes; sub, por debajo; puesto, colocado). Hay presupuestos doctrinales, filosóficos, políticos, económicos o sociales. Importa, aquí y ahora, el presupuesto económico que discuten diputados federales, que no es solo de estimaciones anticipadas de ingresos y egresos del Estado mexicano para 2025. Es, sobre todo, “la expresión de un programa de la política social y de la acción económica del Estado, para aplicarse durante un período determinado”. De dónde obtendrá el gobierno dinero -incluyendo deuda pública-, para atender qué prioridades o necesidades. Tiene un valor ético y jurídico, y una función política y económica entrelazados, de consecuencias inmensas. Como las de una madre o un padre cuando decide en qué gastar (alimentos, salud, educación, o borrachera), y de dónde obtenerlo (trabajo, deuda, robo, engaño, o lotería). El proyecto de presupuesto para 2025 que envió la subpresidenta Sheinbaum, lo revisó lúcido el senador Ricardo Anaya, en comisiones de la cámara de senadores. Y sí, quieren engañar al pueblo. Dicen que el tipo de cambio del dólar estará ese año a $18.70, tendremos una tasa de crecimiento del 2 al 3%, la tasa de interés crediticia al 8%. Que Pemex producirá ahora sí 1.9 millones de barriles diarios de petróleo. Evidenció premisas engañosas, improbables, fraudulentas. Es de destacar que la deuda pública que incrementó Obrador, y que deberemos pagar todos, llegó a 6 puntos del Producto Interno Bruto (PIB), la más alta en los últimos 36 años, desde Salinas de Gortari. Ahora la subpresidenta dice tendrá ingresos por $ 7 billones de pesos, pero gastará $ 9 billones. De intereses en 2025 plantea pagar 1.4 billones, lo que equivale a 20 veces lo que asigna a seguridad pública federal: solo $ 70 mil millones. La subpresidenta prometió bajar la deuda de 6 a 3 puntos del PIB. Pero su proyecto en teoría solo baja a 4 puntos. Y de su pronóstico de ingresos, $ 7 billones, calcula $ 5 por impuestos, y $2 por supuestos ingresos de Pemex y CFE, un superávit imposible; nos engañan (esperan ganarse la lotería, o robar). La deuda será mucho mayor. Otro engaño es su presupuesto de crecimiento del PIB, del 2 al 3%. Anaya cita: para BBVA y Citibanamex, creceremos 1%; Banco de México dice 1.7%. El Fondo Monetario Internacional prevé 1.3%. Más deuda a pagar varias generaciones, para cubrir mayor déficit. Incumplen Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria, que exige equilibrio presupuestario. Dependencia de endeudamiento que nos expone a riesgos enormes. Además, recortes en rubros prioritarios como seguridad y salud pública, educación e infraestructura. La cruda que viviremos por la borrachera obradorista será espantosa. Eso sí, pide incrementos para programas clientelares, como el de becas, apoyo a mujeres de 60 a 64 años, a universidades obradoristas, pero reducciones a la UNAM, al poder judicial, o desaparición de órganos autónomos. Otra afectación es la distribución de los impuestos federales a estados y municipios. Reducirán del 32% al 25% para lo local: centralismo sí, federalismo no. El gobierno de Jalisco plantea salir del Pacto Fiscal, con razón (los de Guanajuato, Querétaro, Aguascalientes o Chihuahua, parecen autistas). Es como si un hijo trabajador da a su padre o madre todos sus ingresos, y de devolverle antes una tercera parte para su sostenimiento personal, ahora solo le devuelve una cuarta parte a cada uno. Las autoridades locales tendrán menos recursos para solventar necesidades atendibles desde el círculo más próximo. La semana anterior vi con mi hijo la película Gladiador 2. Confirmé sensación sideral de la vida: circular y ascendente. En la Roma del emperador Caracalla y sus termas, como en el México de Obrador y sus Dos bocas, hay paralelismos. Más allá de los Macrinus, o traidores como los Adán Augusto o Monreal, existe la estirpe de los Marco Aurelio, o Lucius: mujeres y hombres con sentido del honor, a quienes pueden quebrar, pero no doblar. Con quienes las Patrias -casa de los padres- se rescatan de defraudadores.