*OSUG se suma al “Callejón del ruido” con el estreno de música contemporánea

El programa incluyó composiciones de los mexicanos Roberto Morales-Manzanares, Francisco García Ledesma y Manuel de Elías, además del estreno en Guanajuato de la suite de El mandarín milagroso, del húngaro Béla Bartók Guanajuato, Gto., a 24 de agosto de 2025.- La Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato (OSUG) se sumó a la vigésima edición del Festival Internacional “Callejón del ruido”, esto en compañía del prestigioso director invitado Ludwig Carrasco, titular de la Orquesta Sinfónica Nacional de México, y con el estreno de cuatro obras compuestas por Roberto Morales Manzanares (fundador de dicho festival en 1994), Francisco García Ledesma, Manuel de Elías y Béla Bartók.   El maestro Carrasco es un activo promotor de la música contemporánea. Como en esta ocasión, ha dirigido el estreno mundial de más de 170 obras e interpretado 110 estrenos nacionales. Su formación desde la niñez, en Morelia, Michoacán, lo ha llevado a más de 32 países, donde ha cultivado un repertorio sinfónico, escénico y multidisciplinario.   Como violinista, director y compositor, ha colaborado con importantes orquestas y solistas, así como en proyectos televisivos y radiofónicos, trabajo que, junto con su talento, lo ha hecho merecedor de prestigiosos premios y distinciones en México y el mundo. La gala comenzó con dos estrenos mundiales. Primero, Nostalgia de lo intangible (2025), de Roberto Morales Manzanares (proyecto impulsado por el Sistema Nacional de Creadores 2022-2025), donde aborda los tópicos del tiempo y lo irrecuperable, con una participación destacada de la flauta y el piano. “Recordar un lugar en la música que ya no existe”, señaló el propio autor al respecto de la obra.   A lo largo de su trayectoria, se ha calificado a Morales-Manzanares como un músico curioso, explorador e hiperactivo que mezcla los conocimientos de la música tradicional con las herramientas modernas y cibernéticas, por ejemplo, generadores sonoros electrónicos, interdisciplinarios y multimedia. Incluso, el compositor es creador de un software asistente de composición, orientado a la aplicación de reglas con análisis probabilístico y resultados aleatorios.   Luego llegó el turno para Sinfonía Núm. 1 (2023), del guanajuatense Francisco García Ledesma, motivada en cinco ideales propios del compositor: la vida, la esperanza, la fraternidad, el amor y la muerte, a través de acordes estructurales precisos donde el tempo y el movimiento varían en su velocidad y ritmo para regresar posteriormente. En la orquesta, destacan los instrumentos de percusión básicos, a los que se añade un piano.   Los tres momentos de esta obra son contrastantes con un lenguaje modal contemporáneo y una escritura musical tradicional. En esto último, se puede apreciar la influencia de los músicos mexicanos José Pablo Moncayo, Silvestre Revueltas, Salvador Contreras y Carlos Chávez.   Después del intermedio, el público disfrutó dos estrenos en el estado, comenzando por la Sonante Núm. 9 (1978), del mexicano Manuel de Elías, en cuya obra, particularmente en sus 12 “sonantes”, impera la atención al sonido como materia prima y vértice de todo trabajo de creación musical, variando la dotación instrumental en cada una. En esta pieza, destacan la viola, el fagot, el oboe, el clarinete, el bombo y el timbal. La combinación de una estructura seccional marcada por las pausas y los silencios, el drama interno de las combinaciones sonoras, los contrastes dinámicos y de estado de ánimo permiten concebirla como un breve y compacto concierto. Por último, la audiencia apreció la suite de El mandarín milagroso, pantomima Op. 19 (1918-1919), del húngaro Béla Bartók, obra expresionista inspirada en el cuento “A csodálatos mandarin” (1916), de Menyhért Lengyel, considerada, en su origen, una pantomima grotesca y destinada al entretenimiento de la clase baja.   El argumento parte con tres ladrones quienes, en una casa deplorable, atraen a víctimas gracias a la seducción cómplice de una bella mujer. Uno de los transeúntes es un mandarín (regente chino de alta estima ética, guardián del sanscrito y las tradiciones religiosas), quien la rechaza inicialmente, mas ella se empeña en una danza sensual que logra despertar el deseo masculino. Cuando intenta abrazarla y los malhechores lo atacan, el mandarín sobrevive ileso con una pasión más intensa. Finalmente, la mujer cede y se funde con él en un abrazo hasta satisfacerlo; después, sus heridas sangran y muere.   El ballet de Bartók contempla ocho secciones y fungió como un reencuentro personal para el compositor, luego de una serie de fracasos y éxitos, tiempo en el que desarrolló una progresiva liberación de la tonalidad y una identificación creciente con la tendencia expresionista. En su estreno, la obra causó un escándalo seguido por la inevitable censura.   El siguiente programa de la OSUG se sumará a la celebración por los 50 años de la División de Ciencias de la Vida de la UG con la temática “La guerra y la música”, el cual contará con dos funciones: el jueves 28 de agosto a las 18:00 horas en el Teatro de la ciudad de Irapuato y el viernes 29 de agosto a las 20:00 horas en el Teatro Juárez. En esta ocasión, la agrupación será dirigida por Ramón Shade y tendrá como solista al clarinetista Hugo Manzanilla, para estrenar a nivel nacional la Marcha militar húngara, de Franz Liszt; el War Concerto, de Dirk Brossé, a nivel latinoamericano, y la Sinfonía Núm. 100, en sol mayor “Militar”, de Franz Joseph Haydn. Los boletos se encuentran a la

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Participa la Banda de Música del Estado en Callejón del Ruido

Guanajuato, Gto., a 23 de agosto de 2024.- En el marco del XIX Festival Internacional Callejón del Ruido se presentará este jueves 29 la Banda de Música del Estado en el Teatro Cervantes con varios estrenos mundiales y nacionales. El programa incluye el estreno absoluto de “Tres piezas para banda”, de Aldair Porras y “Dos canciones para banda”, de Adalberto Tovar, así como el estreno en México de “La catedral congelada”, de John Mackie y el debut en Guanajuato de la suite de concierto de “El pájaro de fuego”, de Igor Stravinsky, en un arreglo para banda. Dirigidia por Adalberto Tovar, la Banda de Música del Estado se complace en iniciar su participación con el estreno mundial de “Tres piezas para la banda” de Aldair Porras, que cuenta con tres movimientos: marcha, vals y ferial. Al respecto el director menciona: “se busca reinterpretar los géneros tradicionales de banda pero con armonías mucho más osadas, con timbres más rebuscados, lo cual da un género que coquetea con la tradición pero también mira hacia el futuro”. Después, el director de la agrupación se suma a los compositores de estrenos mundiales con “Dos canciones para Banda”. “Tiene por textos poemas de José Emilio Pacheco y serán cantadas por el maestro Jaime Castro Pineda, quien además es director del Coro del Teatro del Bicentenario. Los textos hablan de los pasajes marítimos; es un viaje a través de toda la sensorialidad que hay en el mar”. Este concierto también contempla el trabajo del compositor John Mackie que comparte un estreno para México con “La catedral congelada” y cerrará el concierto con el reconocido Igor Stravinsky y el estreno en la ciudad de su pieza “El pájaro de fuego”. “Es una pieza que marca un referente como puente de transición de la música académica del siglo XIX y de la música contemporánea del siglo XX”, señaló. Cabe señalar que estarán acompañados de instructores del programa Vientos Musicales que igual forma parte de la institución. “Dos instancias del propio Instituto Estatal de la Cultura se unen para hacer un programa potente y lleno de energía”. Al respecto, sobre su segunda participación en el Festival Internacional Callejón del Ruido, Tovar dijo que presentarán un programa para mostrar las capacidades musicales y expresivas dentro del género de música contemporánea de la agrupación.

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Columna Diario de Campo

Ruido y ciudad Luis Miguel Rionda (*) La ciudad de Guanajuato, donde he habitado la mayoría de mi existencia, es una entidad urbana con condiciones muy especiales. Nacida de las bonanzas mineras de los siglos coloniales, pero en particular el opulento XVIII, con el tiempo y las revoluciones fue perdiendo población y medios de vida, para entrar en una pobreza que puso en riesgo su viabilidad, sobre todo durante la primera mitad del siglo XX. Pero la ciudad sobrevivió gracias a tres recursos: ser el asiento de los poderes estatales, haber heredado y preservado un patrimonio monumental de gran hermosura, y albergar al principal proyecto de educación superior en el estado desde 1732: el antiguo colegio jesuita de la Santísima Trinidad, devenido en el colegio felipense de la Purísima Concepción en 1785, y finalmente en Colegio del Estado en 1870. Antecedente éste de la actual Universidad de Guanajuato, fundada en 1945. El clima de pequeña provincia ilustrada con aspiraciones cosmopolitas ayudó a que en los años cuarenta se haya integrado un conjunto de intelectuales, artistas y académicos locales que impulsaron un proyecto inédito de producción y difusión de las artes y las ciencias. Ese grupo de hombres y mujeres, apoyados por la universidad y el gobierno estatal, inició un fenómeno prodigioso: el arte y la cultura constituidos en recursos para salvar a una ciudad alicaída, pero orgullosa de su pasado y de su peculiar arquitectura. Guanajuato encontró la cuarta veta para sostener su futuro: el turismo, que comenzó a fluir desde los años cincuenta y que no ha hecho más que crecer. Tanto, que hoy se ha convertido en un problema; muy similar, por cierto, a las problemáticas que padecen ciudades con vocación turística como Venecia, Florencia, Roma, Atenas, París, Córdoba, El Cairo y muchas más. Uno de los problemas que aquejan a estas urbes tan visitadas es el ruido. La bulla causada por las actividades lúdicas que se desarrollan alrededor de estos flujos de fuereños, ávidos de diversión y vivencias al límite. Los espacios públicos y privados se llenan de ruido hasta la exageración. Recordemos los recientes sucesos en las playas de Mazatlán, desbordadas de conjuntos de tambora, redova y vientos. El derecho a la tranquilidad de los habitantes, e incluso de muchos visitantes, se viola flagrantemente, sacrificado en favor del derecho a ganarse el sustento por parte de los perpetradores. Pero a qué costo. Escribo estas líneas motivado por el incidente reciente suscitado en la Plaza de San Roque en Guanajuato capital: un grupo de rock programado por la dirección de cultura del municipio exasperó a un vecino notable de la plaza, hombre sabio y de edad, quien salió a exigir moderación en el volumen del concierto. Fue recibido con burlas e insultos por parte del conjunto musical y del público de mozuelos, que demandaban poder hacer su voluntad en un espacio público. El altercado terminó con el destacado arquitecto, defensor del patrimonio de la ciudad, derribado en el suelo y siendo objeto del escarnio público. El municipio publicó algo que quiso remedar una disculpa al injuriado. Pero creo que debió reconocer su omisión al no hacer respetar el Bando de Policía y Buen Gobierno, vigente desde 2009, en sus artículos 3, 11, 12 y en particular el 32, numeral VII: “Ocasionar molestias con emisiones de ruido superiores a los 68 decibeles…” (t.ly/TZElA). La Organización Mundial de la Salud recomienda 55 decibeles para una convivencia razonable. 80 decibeles tiene el tráfico de una ciudad grande, y 90 es el ruido de una aspiradora. Los conciertos de rock montan hasta los 120 decibeles (t.ly/cQ7LV). En el debate que he sostenido en redes electrónicas, sobre todo con jóvenes, me doy cuenta de que se tiene la concepción equivocada de que, en un espacio público, cualquiera puede hacer lo que le pegue en gana. No es así: los espacios públicos son lugares de convivencia social armónica donde rigen los derechos compartidos. Dice el artículo 10 del bando citado: “Todas las personas a las que se refiere el artículo 6 [locales y fuereños, adultos y menores] tienen derecho a comportarse libremente en los espacios públicos del Municipio y a ser respetadas en su libertad. Este derecho se ejerce sobre la base del respeto a la libertad, la salud, la dignidad y los derechos reconocidos a los demás, así como del mantenimiento del espacio público en condiciones adecuadas para la propia convivencia.” Es urgente que la autoridad aplique su norma y ponga orden en las calles y plazas de la ciudad, que hoy son invadidas por la estridencia de bocinas fuera de comercios de fármacos y ropa. De igual manera, los eventos “culturales” deben respetar el derecho de los vecinos a la moderación y al descanso. El turismo como actividad económica, que le permite el sostén a muchas familias locales, no puede ser el pretexto para la permisividad y el abuso. Fuente: https://www.allpe.com/acustica/ingenieria-acustica/mediciones-acusticas/a-que-equivalen-los-diferentes-niveles-de-decibelios/ (*) Antropólogo social. Profesor de la Universidad de Guanajuato, Campus León. luis@rionda.net – @riondal – FB.com/riondal – ugto.academia.edu/LuisMiguelRionda

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