Opinión de Ricardo Alemán
Aquí lo he dicho por años y lo he demostrado hasta el cansancio.
Dije y demostré que el de López Obrador sería y ha sido un gobierno capaz de cancelar libertades y derechos fundamentales; como la libertad de expresión y el derecho a la información.
Lo dije desde mayo de 2018 y lo documenté a lo largo de los siguientes casi seis años; dije que el mandatario mexicano iniciaría una persecución de Estado contra sus críticos y que presionaría a medios y concesionarias de radio y televisión para despedir periodistas y opinadores.
Y dije que la cobardía mostrada por muchos intelectuales, periodistas, articulistas y columnistas –ante los abusos del poder– sería exhibida, tarde o temprano, una vez cumplido el viejo refranero de las reses y los matanceros.
Si, de forma lamentable hoy se han cumplido todas esas advertencias y no pocos de los carniceros de ayer son las reses que hoy son sacrificadas de manera pública en Palacio.
Es decir, que muchos de quienes cínicamente aplaudían que, al arranque del sexenio de Obrador, desde Palacio se persiguiera los periodistas críticos, hoy son perseguidos por el sátrapa de Palacio.
Paradoja impecable de otro socorrido refrán: “El que ríe al último…”
Y es que en las últimas 24 horas una periodista y un articulista –de Radio Fórmula y del diario Reforma, respectivamente–, fueron despedidos por las mismas razones; la crítica al gobierno de López.
ero la verdadera novedad es que Radio Fórmula, la casa de algunas y algunos de los más reputados periodistas mexicanos de medios electrónicos: se sumó a las empresas vendidas al interés perverso del dictador Obrador.
En efecto, el pasado jueves 21 de marzo del 2024, la periodista Laura Brugués, dio a conocer que fue despedida de Fórmula Radio. ¿La razón? Poca cosa. Que durante la mañanera de la víspera, en la sección “¿quién es quién en las mentiras?”, en Palacio se acusó falsamente a la reportera de operar un chat crítico del gobierno de AMLO. Sí, como si se tratara de un delito la crítica al gobierno fallido del sátrapa Obrador.
La periodista explicó los detalles de su despido, en un boletín difundido en sus redes sociales y, hasta la tarde de ayer, la concesionaria de frecuencias de Radio Fórmula no había desmentido nada.
Peor aún, ninguna de las “vacas sagradas” del periodismo mexicanos –muchas de las cuales trabajan para Fórmula–, se atrevió a expresar una palabra de solidad con la reportera despedida
De esa manera se confirma que Radio Fórmula –igual que Televisa, que Imagen, que Milenio, entre otras–, ya es parte de las empresas mediáticas sometidas por el gobierno de López Obrador, a las que desde Palacio se amenaza con todo el peso del Estado, para callar a sus voces críticas.
Curiosamente también ayer, el articulista del diario Reforma, Carlos Bravo Regidor anunció que, por orden de la directiva de Reforma, terminaba su colaboración semanal, en medio de un texto en donde se dice sorprendido por la intolerancia del gobierno de AMLO, a la crítica.
Lo simpático del asunto es que Bravo Regidor fue un notorio aplaudidor de los candidatos López Obrador y Claudia Sheinbaum, en los previos a la presidencial de 2018. Y hoy es víctima de los monstruos que construyó.
Pero la verdadera novedad es que se confirma lo que aquí dije cuando empezó la persecución de Estado contra Ricardo Salinas Pliego, dueño del Grupo Salinas. Sostuve que Salinas era perseguido para advertirle a otros concesionarios lo que le pasaría a quien no obedezca al tirano.
Y si dudan, aquí un fragmento del Itinerario Político titulado: “Guerra en el paraíso: AMLO vs Salinas Pliego”, del 6 de noviembre del 2023: “Se trata de la típica historia de amor-odio. Sí, la historia de un amorío político-empresarial por conveniencia que, al final, terminó en un escandaloso rompimiento y, sobre todo, en una pelea pública y mediática.
“Es la historia de la disputa pública que han protagonizado, en días recientes, López Obrador y todo el poder presidencial, contra Ricardo Salinas, uno de los más poderosos empresarios mexicano.
“Sí, luego de años de adulaciones mutuas, Obrador y Salinas protagonizan una de las más formidables “guerras en el paraíso”, una batalla desigual de todo el poder del Estado, contra el hombre de empresa.
“Y es que frente a la tragedia que vive el estado de Guerrero y millones de guerrerenses, el “pequeño” dictador de Palacio exigió sumisión absoluta de los medios de comunicación, exigencia que no fue complacida por Televisión Azteca, entre otros medios y periodistas
“Sí, todos saben que, desde le primer día de la tragedia que destruyó Acapulco y Guerrero, Obrador manipuló la narrativa y llegó al grosero extremo de convertir a su gobierno y a su persona en las principales víctimas.
“En el otro extremo, la tragedia que se abatió sobre Guerrero, también inauguró un impensable periodismo crítico por parte de los canales y las señales de Televisión Azteca; si, los otrora complacientes aplaudidores de AMLO encabezaron la crítica mediática por los horrores de huracán y a los errores de los tres órdenes de gobierno, municipal, estatal y federal.
“Como pocos, los reporteros y comentaristas de Azteca dieron voz a los damnificados y dejaron ver la incapacidad oficial, lo que provocó no sólo el enojo de Palacio, sino una reacción dictatorial de López Obrador.
“Sí, despertó el dictador de Palacio, el López de siempre; el rostro que muchos se negaron a ver por mucho tiempo, entre ellos Ricardo Salinas; el rostro del dictador que exige incondicionalidad o a menaza con persiguir periodistas y medios.
“Y después de satanizar el trabajo periodístico de los críticos de su gobierno –en torno a la destrucción de Acapulco–, AMLO centró sus baterías en Televisión Azteca, a cuyos periodistas acusó de “ataques” y “mentiras” y dijo que le ponían el micrófono a los damnificados “para que le mienten la madre al presidente”. (Fin de la cita)
Y ahora las preguntas obligadas.
¿Quién o quiénes siguen en la demencial persecusión de López Obrador a medios y periodistas? ¿Cuántos medios, empresas y periodistas tendrán dignidad y agallas para rechazar los dictados del sátrapa de Palacio?
¿Hasta dónde llegará el interés de los empresarios mediáticos y de sus periodistas y el interés nacional, en la defensa de la democracia mexicana?
¿O será que tenemos a los medios, a los empresarios mediáticos, a los intelectuales y a los periodistas que nos merecemos?