Opinión de Ricardo Alemán
No, que nadie se equivoque.
La crisis diplomática detonada entre México y Ecuador no es resultado de los disparates de un presidente mexicano lenguaraz e ignorante de sus responsabilidades y obligaciones frente a sus vecinos y al mundo.
Incluso, sería una soberana estupidez –por decirlo suave–, suponer que detrás del rompimiento diplomático entre México y Ecuador sólo existe una cadena de errores y horrores de los incompetentes de Palacio.
Lo cierto es que asistimos a un objetivo político mayor, perfectamente diseñada por el presidente mexicano –y por sus “genios”–, para llegar a un punto de quiebre que desemboque en el descarrilamiento de la elección del 2 de junio y, si es necesario, para avanzar en dirección al golpe de Estado.
Y es que –por exagerado que parezca y por ridículo que resulte–, la verdad es que el presidente mexicano está actuando bajo las reglas estrictas del “manual del dictador”, frente a las señales crecientes de que la candidata opositora sigue incontenible, ante al estancamiento de la aspirante oficial.
Y frente a lo anterior, seguramente muchos se formulan la pregunta obligada: ¿Y qué tiene que ver la elección presidencial mexicana –en curso–, y el rompimiento de las relaciones diplomáticas entre México y Ecuador?
La respuesta es elemental.
Resulta que el “manual del dictador” establece que, frente al riesgo de perder el poder bajo las reglas democráticas, toda tiranía está obligada a buscar un enemigo externo –entre más poderoso mejor–, capaz de exaltar el nacionalismo “bananero”, de polarizar a la sociedad para que se defina a favor de los defensores de la patria y, en el caso extremo, a favor del escenario perfecto para asaltar el poder de manera ilegal.
Por lo pronto, a horas del debate presidencial entre las aspirantes punteras, Xóchitl y Claudia, el presidente Obrador ya tiene de su lado a miles de ingenuos que se tragaron el cuento de que es momento de salir en defensa de la patria y de la soberanía nacional.
Y si aún lo dudan, vamos por partes.
1.- En efecto, el asalto a la embajada de México en Quito, la capital de Ecuador, es una grave violación al derecho internacional que ningún país y ningún gobierno deben tolerar.
2.- Sin embargo, también es cierto que, de manera calculada, el presidente mexicano y su gobierno incurrieron en violaciones graves al mismo derecho internacional, al otorgar asilo a un criminal perseguido por el gobierno ecuatoriano; una violación manejada de manera perversa para “estirar la liga” al límite extremo, como ocurrió.
En el fondo se trató de una provocación bien calculada y diseñada por el presidente mexicano para obtener un objetivo que ya consiguió.
¿Y cual es ese objetivo?
3.- Una primera victoria, inmediata, fue desfondar el debate presidencial que en un clima desangelado y polarizado confrontó no a las candidatas Xóchitl y Claudia, sino a los supuestos defensores del nacionalismo y a los detractores del fallido gobierno de López.
4.- Pero acaso lo más importante –y que forma parte central del manual del dictador–, es la creación de un repudiable enemigo externo, capaz de exaltar hasta niveles de fanatismo el nacionalismo trasnochado que anida en buena parte de los seguidores del partido oficial.
5.- Incluso, muchos de ellos –en el extremo ridículo–, se dijeron listos para tomar las armas y dar la vida en defensa de la patria y del gobierno.
6.- Y es que, en el fondo, la prioridad del mandatario mexicano era esa, la polarización social. Es decir, llevar el escenario del peligroso enemigo externo y la defensa de la patria, al extremo de que justifique cualquier decisión autoritaria.
¿Y qué significa una decisión extrema de autoridad?
7.- Primero que, a partir de la exaltación del nacionalismo trasnochado, el presidente llamará de manera pública a la defensa de la soberanía, de la patria y de la continuidad de su gobierno; un llamado que se traducirá en votos a favor de su preferida.
8.- Segundo, que desde Palacio y en todos los espacios de propaganda oficial, serán señalados como traidores a la patria quienes no se traguen el cuento de la guerra contra Ecuador.
9.- Y, tercero, que esa masa exaltada de fanáticos y locuaces radicalizados justificarán cualquier locura ordenada desde Palacio, como la cancelación de las elecciones y el asalto a las instituciones democráticas.
10.- Y es que, el objetivo mayor que busca López Obrador, es mantener el poder por los medios que sean; incluso mediante un golpe de Estado.
Sí, golpe de Estado que está en marcha, a pesar de que muchos idiotas se niegan a verlo.
Al tiempo.
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