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Columna Diario de Campo

Frentazo y reinicio

Luis Miguel Rionda (*)
Los resultados electorales del domingo 2 de junio fueron impactantes para quienes
integramos un movimiento social y político novedoso y autogestivo: la #MareaRosa, que
acompañó la construcción del Frente Amplio por México y la coalición electoral Fuerza y
Corazón por México. Su disruptiva candidata presidencial, Xóchitl Gálvez, recibió el voto
de 16 millones y medio de personas, un 27.5% del total de votos emitidos. Muy lejos de la
meta esperada, que buscaba rebasar los 30 millones. La contraparte oficialista recolectó
35.9 millones de sufragios, casi un 60% del total acumulado.
Se está hablando de un “golpe de realidad” cruento e inesperado para quienes estamos
convencidos de que el orden democrático y de libertades ciudadanas está en franco peligro.
Resulta que dos tercios de los mexicanos están muy felices de recibir los estipendios
económicos que les proporciona el gobierno federal por medio de sus programas sociales
universales. Y se lo reconocieron mediante sus votos.
Contra lo que creímos ver este domingo, la participación electoral descendió desde el 63%
en 2018 hasta el 61% en esta ocasión. Es cierto que millones de mexicanos se volcaron a
las urnas, pero hay que recordar que la lista nominal de electores creció de 89.3 millones en
2018 a 98.4 millones, un incremento de 10.2% en seis años. Simplemente hubo más
votantes en números absolutos, pero menos en números relativos.
Como lo están haciendo muchos conocedores de los mecanismos electorales mexicanos, yo
también rechazo la posibilidad de un fraude electoral. No hay manera de cambiar los
resultados ni siquiera a nivel casilla, mucho menos en los grandes números. Habrá, como
siempre, miles de inconsistencias producto de errores humanos; pero dudo mucho que se
documenten alteraciones sustantivas en alguna de las fases de los múltiples cómputos que
atraviesan el mecanismo: la cuenta de votos en casilla, la suma en el PREP, el cálculo en el
conteo rápido, y el canto de las actas en las sesiones distritales y locales. Son demasiados
eslabones, altamente vigilados, que no pueden ser violados sin llamar la atención
Claro que partidos y candidatos tienen derecho a impugnar las diversas dimensiones de los
comicios, y lo harán ante otra autoridad autónoma: los órganos jurisdiccionales electorales,
locales y federales. Otra vuelta de tuerca para afirmar la confiabilidad del proceso.
Los perdedores en la contienda deben, debemos, comenzar a evaluar los errores
estratégicos, como fue la incapacidad de valorar el alcance del clientelismo electoral, el
gran arraigo que todavía mantiene el caudillismo en la cultura política nacional, la
incapacidad de los partidos y los líderes de oposición de plantear alternativas atractivas al
populismo, y un largo etcétera.
Es importante seguir trabajando en la organización de un gran movimiento opositor de
corte social demócrata y liberal, desde donde se ejerza un seguimiento crítico de las
acciones del partido hegemónico, con el planteamiento de alternativas responsables e
inclusivas. Hay que seguir construyendo ciudadanía, y rechazar las tendencias demagógicas
y clientelares de la melcocha ideológica de la 4T. Mucho trabajo qué hacer y, como
siempre, poco tiempo.
(*) Antropólogo social. Profesor de la Universidad de Guanajuato, Campus León.
luis@rionda.net – @riondal – FB.com/riondal – ugto.academia.edu/LuisMiguelRionda