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Desde las oposiciones a hacer política de bien común

Juan Miguel Alcántara Soria
El calendario avanza. Los tribunales electorales -federal y locales- calificarán procesos, en sus aspectos cuantitativos, y también cualitativos. No solo validarán sumatorias de votos, o las corregirán. También deben juzgar su calidad: su imparcialidad, equidad, si hubo piso parejo, su legalidad: conformidad a las reglas del juego electoral. Los ciudadanos, por nuestra parte, dentro y fuera de los partidos (estos somos la inmensa mayoría), debemos preguntarnos por las tareas que nos corresponden hacia adelante.
Quienes sean declarados titulares de los poderes públicos definidos por elección popular, conformarán desde ya equipos, y elaborarán planes, programas de gobierno, o legislativos, según sea el caso. En disposición de transparentar actuación, y rendir cuentas.
Las oposiciones, en cada ámbito, no son solo las de los partidos políticos y de sus correspondientes regidores, diputados o senadores. Los pesos y contrapesos van más allá de los órganos del Estado mexicano definidos en la Constitución. Los equilibrios, sanos e insanos, son también otros poderes, dentro y fuera del país: el económico o financiero, el militar, los religiosos, los sindicales, agencias gubernamentales del exterior, los grupos de delincuencia organizada.
Luego de la continuada, grosera, injerencia de López Obrador -validada por la presidenta electa-, asegurando que su reforma al poder judicial va, el poder de los mercados cambiarios y financieros se hicieron sentir, y fuerte. Desde el exterior emitieron señales de desaprobación y advirtieron consecuencias contra el país. Esto hizo repensar a la presidenta electa algunas definiciones y tiempos. No así el déspota macuspano, que da coletazos agónicos intentando la segunda edición de Plutarco Elías Calles.
A los ciudadanos nos corresponde también ser contrapesos, oposición cívica, ciudadana, en la medida necesaria. Haya ganado por quien votamos, o no. No podemos desentendernos del bien público temporal, del bien común. Descuidar los espacios fuera de nuestra casa, en el ámbito municipal, estatal, ni nacional. Esto implica dar seguimiento a todas las definiciones que vayan haciendo los electos, ver su coherencia y consistencia con sus correspondientes propuestas en campaña electoral. Evaluar sus actuaciones. Y controlar efectos que puedan afectar al bien de todas y todos, en cada ámbito.
El bien común es ese conjunto de circunstancias o condiciones, de toda índole, que permiten que las personas, familias y demás grupos sociales puedan satisfacer sus necesidades económicas, sociales, políticas, culturales. Abarca a todas y todos. Nadie debe ser excluido de la posibilidad de desarrollarse en esos espacios. Es con el criterio de la justicia social como debe redistribuirse lo logrado en común, lo cual implica lograr un arranque parejo en la vida. Esta es premisa a la cual debemos dar seguimiento mayor, luego de los resultados electorales.
También como sociedad civil, organizada y no, debemos hacer sentir nuestro poder. Dejarlo solo a los mercados cambiarios y financieros -ahora los mejor escuchados-, no es opción moral. Esos mercados nunca priorizan el bien común, solo la ganancia individual de los inversores. De ahí la importancia de hacernos sentir como sociedad civil, y defender el fin común. Las tareas son inmensas: Empiezan por transformar la masa en pueblo, en formar ciudadanía. Una ciudadanía informada, vigilante. Buscando una permanente interlocución con sus representantes electos. Exigiendo transparencia, evaluándolos y controlando daños al bien de todos. La política es el arte de lo posible a partir de la realidad. Hagamos el mayor bien común posible, en nuestras circunstancias concretas, aquí y ahora.
Acciones de formación ciudadana, de Escuela de Ciudadanía, posibles, son la formación de lideres sociales, seminarios de problemas sociales y políticos, formar pensamiento ordenado y crítico, diplomados en dirección social y política, foros de análisis y discusión de problemas. Recuperar materias de civismo. Las iglesias difundir su doctrina social. Promover la participación ciudadana en comités de barrios y colonias.
Sin duda tenemos más tarea que antes del dos de junio. No debemos pensar que hasta dentro de tres años nos haremos cargo de la realidad y calidad de nuestra ciudad o del país.